jueves, 24 de marzo de 2016

24 de Marzo: Nunca Más





   Noche del 23 de Marzo. Madrugada del 24. Hace cuarenta años. Mientras el pueblo argentino dormía. Se hicieron del poder político. Mediante la fuerza, las armas y el autoritarismo. Como tantas otras veces. Interrumpiendo períodos democráticos. Como en el 30. Como pasó en el 55. Como en 1966. Pero esta vez sería distinto. La definitiva. La avasalladora. La entreguista. La peor. Proceso de Reorganización Nacional. Fue un golpe militar, cívico y eclesiástico. Ejército, ciudadanos e iglesia. Unidos para acabar con la subversión. Unidos para terminar con la agonía de aquel movimiento obrero combativo que supo desarrollarse en aquella década. De los más gloriosos junto al de los años 20 liderado por los anarquistas. La experiencia de los 70 supo constituirse como la última gran trinchera revolucionaria que originó el proletariado y el estudiantado argentinos. Un movimiento peligroso para los de arriba. Por eso los fascistas no dudaron en exterminarlo. Quienes con el golpe dieron inicio al principio del fin del proceso iniciado por un añejo Perón y su mano derecha, el Brujo. La macabra sigla. Triple AAA. Se llevaron obreros, universitarios, estudiantes secundarios. Militantes, delegados, pensadores, críticos, profesores. Socialistas, peronistas. Los que entonces eran subversivos. Los echados de la Plaza por el General en mayo del 74. Los imberbes. A esos pibes también los vinieron a buscar.

   No fue una guerra sucia. Esto fue un genocidio. Político, social, cultural e ideológico. Barrieron con la totalidad de las bases de obreros y estudiantes organizados-combativos. Para imponer un modelo económico neoliberal. El que emprendió Martínez de Hoz. El que implementó Carlos Saúl. El que culminó con la revuelta popular de diciembre de 2001. Para iniciarlo era fundamental impedir la actividad sindical, vulnerar derechos sociales y atemorizar a la sociedad. Pero fueron más allá. No se contentaron con el terror impuesto. Llegaron al extremo. Terrorismo de Estado. Políticas de un Estado genocida al servicio del capital financiero. La burguesía nacional también fue cómplice y beneficiaria de esta catástrofe sin precedentes. Sin resistencia a la entrega, la flexibilización del sistema socioeconómico-laboral fue un trámite. Necesitaron desaparecer a decenas de miles de compañeros. Los Videla, Massera, Agosti, Perriaux, Viola, Bussi, los estrategas del modelo político-militar. Nombres que deberían prohibirse. Corresponden a algunos de los personajes más inhumanos del Proceso. No merecen tumba ni cita. Merecen un repudio permanente por siempre. Donde prima la memoria, ellos no tendrán lugar a olvido.

   No fueron 30.000. No fueron 7.000. No fueron cientos. Fueron muchísimos más. Fueron millones los que cayeron. Por cada compañero detenido-desaparecido ilegalmente murieron los sueños de cambio de otros miles. Una generación entera desapareció. Décadas de historia, siglos de lucha. Heridas que difícilmente logren cerrarse. La calma la hallamos en el día a día. En nuestro día a día. Luchando, como ellos, por un mundo mejor. Por una tierra libre de explotadores y opresores. Donde la parcela sea de quien la trabaje. Donde la máquina le pertenezca al colectivo. Por la abolición de la propiedad privada. Por la autogestión de los pueblos. Por ellos, que lucharon por un futuro más equitativo. Por nuestros porvenires, por nuestros sueños. Más allá de los medios, la táctica y la estrategia que usemos, los enemigos no cambian. Pasan los años, siguen dominando los mismos.

   Memoria para no ser vencidos. Memoria para que la existencia de los mártires nos acompañe. Memoria para no olvidar, ni perdonar, ni reconciliarnos con genocidas. Verdad para triunfar contra la amnesia a la que nos sometieron por años. Verdad para honorificar a los compañeros, como ellos se merecen. Verdad para saldar viejas deudas morales con la causa misma. Justicia para glorificar a las Madres, Abuelas e Hijos y todos los luchadores que continúan hallando identidades que parecían perdidas. Justicia para impedir que esto se repita. Justicia para materializar los esfuerzos de tantos años de búsqueda de la Verdad.

   Nunca Más una dictadura. Nunca Más un genocidio. Nunca Más terrorismo de Estado. Nunca Más desapariciones forzadas de personas en regímenes dictatoriales o en democracias. Los 30.000 de ayer son los Julio López y todos los desaparecidos desde 1983 hasta la fecha. Nunca Más un Videla. Nunca Más persecuciones ideológicas. Nunca Más represión estatal. Nunca Más crímenes de lesa humanidad. Nunca Más la “Teoría de los dos demonios”. El único demonio fue el ejército argentino. Nunca Más un 24 de Marzo de 1976.


Ni olvido, Ni perdón, Ni reconciliación. Jamás.


Nunca Más.